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De niño, yo no tenía tanto miedo a las vacunas como a las vacunadoras. Daba terror verlas. Era común ver a esas chicas con cofia de enfermeras y una caja térmica donde llevaban las dolorosas inyecciones. Dichoso al que le tocaba la de gotitas.
Cuando veíamos a esa parvada de enfermeras vestidas en color pastel, mi hermana y yo escondíamos todas las cosas de niños que había a la vista en la ...
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