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Quizá lo más sencillo sería fingir que no existió, arrojar a la conciencia, a ese cómodo expediente: lo anecdótico. Decir que el hecho pronto caerá en el olvido. Las elecciones, el cinismo priista del caso Gutiérrez de la Torre o la paridad del peso se pueden encargar del trabajo. Pero, ¿no estaremos resbalando en un perverso relativismo? Qué más da si unos "loquitos" lo hicieron. Además ocurre todos días y, como ha dicho Pascal Belt...
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